Consecuencias de los conflictos

Los conflictos laborales casi siempre tienen alguna consecuencia. Es decir, rara vez la situación resultante es la misma que la que había antes de los mismos.

¿Son positivos los conflictos? Aquí la respuesta no puede ser tan categórica. En primer lugar, porque los conflictos nos ayudan a cambiar, a progresar y a innovar. En segundo lugar, porque depende del resultado final y del aprendizaje que podamos adquirir durante el proceso de razonamiento y negociación inherente a cualquier conflicto.

Algunas de las situaciones conflictivas ante las que nos enfrentamos son simples y su solución la tenemos ya aprendida o es obvia en función de nuestros conocimientos y valores. En estos casos nuestra respuesta al conflicto es casi automática, pero en otras ocasiones la situación es compleja, bien por su carácter novedoso o porque su solución implica la negociación con diferentes personas con planteamientos opuestos.

En cualquier caso y como regla para aplicar en la mayoría de las situaciones, el conflicto hay que afrontarlo. No abordarlo en el momento y forma oportunos puede provocar que se vuelva más intenso.

De lo expuesto se desprende que un conflicto puede tener consecuencias positivas o negativas, tanto para las personas que lo padecen y para la empresa.

 

Consecuencias positivas:

  • En ciertos casos fomenta la cooperación y el interés de ponerse en el lugar del otro para alcanzar un acuerdo.
  • La resolución positiva de conflictos sirve para motivar al personal de la empresa, ya que pone de relieve que es posible llegar a un acuerdo si cada uno pone de su parte.
  • Dicha resolución positiva a través de la cooperación, contribuye a mejorar a los trabajadores como profesionales, a la cúpula directiva y a la empresa en sí misma.

Consecuencias negativas:

  • Enrarece el clima laboral. Es una fuente de rencores, sencillas, rumores y, en definitiva, hostilidad entre las partes involucradas.
  • Dificulta que las personas se involucren en el proyecto, ya que los conflictos continuos limitan la libertad de los trabajadores y la eficacia del grupo.
  • Reduce la productividad. El tiempo y energías que la empresa o sus trabajadores dedican a resolver conflictos evitan que los esfuerzos se puedan centrar en los realmente importante: obtener resultados.
  • Provoca inconformidad, hastío, estrés, ansiedad y, en los casos más graves, depresión. La consecuencia derivada de esto es un aumento del absentismo laboral y de la rotación de personal.