En la primera pregunta por los objetivos a sus hijos
En la segunda, les ayuda a definir los objetivos a cada hijo y los hace públicos para toda la familia
En la tercera, define los indicadores de logro y los objetivos alineados a lo que quiere la madre
En la cuarta, la madre les comenta sus expectativas y los motiva
En la quinta, la madre les anima y motiva a luchar por los objetivos
Cuando acabó el curso les pregunté a mis hijos de 7 y 10 años qué iban a hacer durante el verano para no perder el hábito de trabajo.
¡No me vale, les dijo la madre.
Pero si cuando llegue septiembre habéis leído 10 páginas y escrito media cuartilla, yo no podré deciros que no habéis cumplido con vuestra palabra. Al fin y al cabo, habréis leído y habréis escrito, ¿cierto?
Y sin embargo, leyendo 10 páginas o escribiendo media cuartilla, no conseguís que se cumpla lo que yo busco, es decir, que no perdáis el hábito de trabajo.
Esta es la segunda versión de sus objetivos para este verano después de unos minutos de reflexión:
Los objetivos deben ser públicos y accesibles en todo momento por todo el equipo, por eso opté por el frigo 😉
Y ahora, comparto el primer OKR de dos niños de 7 y 10 años, después de una primera versión cuyos objetivos eran ambiguos y faltos de compromiso y una negociación posterior en la que propuse a Yago que cambiara a la intrépida Katniss Everdeen por el tierno Harry Potter.
Mi objetivo: quiero que Yago y Clara mantengan el hábito de trabajo durante el verano
Key Result
Sus objetivos:
Yago – Voy a leer todos los libros de Harry Potter
Clara – Voy a escribir un cómic sobre el cuerpo humano
Key Results
Este ejemplo a pesar de su sencillez desentraña algunas de las claves de OKR y desvela alguno de sus superpoderes.
Es el resultado natural detrás de una filosofía de trabajo. Es un modo de concebir, crear y hacer crecer proyectos y compañías que precisa una extremada claridad de visión y ayuda a conseguirla, alineando a los equipos en torno a la consecución de los objetivos que realmente importan.
OKR es toda una declaración de intenciones que proporciona foco, alineación de equipos, transparencia de gestión, y liderazgo al más alto nivel.
Y ahora desvelemos algunas de las claves de OKR:
Decir que vas a leer o escribir es un objetivo tan ambiguo que en realidad no compromete a nada. Leer los libros de Harry Potter despachando 30 páginas por día, es un objetivo concreto con una medida del éxito muy clara.
Si los niños trabajan 30 minutos al día, yo sé que no perderán el hábito de trabajo. Si Yago lee 30 páginas diarias, acabará leyendo los libros de Harry Potter. Si Clara escribe 1 página a la semana, conseguirá escribir su cómic.
Los equipos no pueden construir sus objetivos si no conocen el objetivo de la compañía. Una vez conocido deberán decidir cómo van a contribuir a su consecución.
Por tanto, OKR es un proceso:
“Quiero que mantengáis el hábito de trabajo durante el verano”
“Voy a leer Juegos del Hambre y escribir un cómic del cuerpo humano”
“Harry Potter en lugar de Katniss”.
Este punto merece capítulo aparte, que además se complica con los objetivos transversales. Es importante evitar que una excesiva alineación y verticalidad en el proceso, genere silos incomunicados dentro de la compañía.
Reflexionaré sobre los superpoderes de OKR en otro momento, por ahora comparto uno de mis favoritos porque supone además una diferencia importante con otros modelos de management por objetivos:
Es muy posible que Yago no lea los 7 libros de Harry Potter en un verano, pero la definición de su objetivo es perfecta. Estoy convencida de que leerá más que si se hubiese propuesto leer sólo los 2 primeros tomos.
Es por eso tan importante saber que nadie debe ser castigado si no llega a su objetivo ni premiado si lo consigue.
Si queremos dentro de nuestras organizaciones personas que se marquen grandes retos y luchen por conseguirlos, no los castiguemos si no tocan el cielo o la próxima vez apuntarán mucho más bajo.
Ruth Puente 1º parte